Adiós

Me vienes a la mente todo el rato. Y no sé por qué.
No puedo decir que tuvieramos la relación más estrecha del mundo, ni que no hubiera habido baches. Pero te quería.
Nunca te dije que eras importante para mí. Y ahora no podré. Nunca.
Todavía no he sido capaz de llorar por ti. Cuando todo el mundo lo hacía, yo no podía ni moverme. La cabeza no me funcionaba, y el corazón tampoco. Se me venían a la mente todas las cosas que nunca te dije. Todas las borderías que te soltaba. E igual.
Recuerdo que tardé en volver a reírme. No por tristeza solo, sino también porque me sentía culpable. Porque tú no podrías reírte nunca más.
Y sigo sin poder llorarte, a pesar de que quiera. A pesar de que se hayan derramado océanos por tu marcha. No puedo, no soy capaz.
Me costó tanto asumirlo...ni siquiera sé si lo comprendo ya.
Son golpes duros, los inesperados y los que se llevan almas tan jovenes. Pero ahí están, todo el rato, recordándote que puedes ser el siguiente, en cualquier momento.
O alguien que quieres.
No pretendo hacerme la importante ni nada, porque sé que mucha gente lo ha pasado bastante peor que yo. Pero necesitaba decirtelo.
Gracias por cada vez que me hiciste reír. Porque todas mis sonrisas te las dedico siempre a ti