Ten cuidado con la luna, dicen las estrellas

Me gustan los atardeceres violetas.

Y rosáceos. Y anaranjados.

Cómo las nubes oscuras cubren el cielo, y cómo sale la luna después.

Sueño con perderme, dar vueltas cómo una loca y ver cómo aparecen las estrellas sentada en mi paraíso particular. Mirar cómo pasa el tiempo, y ver a la gente sin que me observen a mí.

Poder tumbarme y cerrar los ojos, y no tener miedo de lo que pueda pasar. Porque es mi rinconcito, mi lugar privado. Es visible a ojos de todos, pero casi nadie lo aprecia. Público y a la vez secreto, bonito a la vez que extraño. Me gusta.

Quiero pasar aquí todas mis noches, que me dé el aire nocturno en la cara y alborote las ondas de mi cabello. Respirar el aire, disfrutar de la soledad nocturna. Sentir los latidos de mi corazón.

Me pregunto dónde estarás y cuándo aparecerás. Si me querrás o me odiarás. Pero quiero que estés aquí, conmigo. Quiero poder mirarte, y averiguar el color de tus ojos. Que me mires y no te haga falta averiguar el color de los míos.

Que mis labios se curven hacia arriba al escuchar tu nombre, que mis pupilas se dilaten al mirarte. Y que solo tus miradas sean para mí.

Que mis desvaríos te harán reír, y tu boca me hará olvidar si mis chistes tienen gracia. Y que cuando me abraces, me susurres al oído las dos palabras que posiblemente quiera oír. Y te contestaré, segura de ello, que yo también. Que lo sé, y que lo sabía antes de verte por primera vez.

No sé quién eres todavía, ni si ya te conozco, o aún me queda. Solo quiero decirte que algún día daré contigo. Que habrá veces que te odie, y veces que no pueda vivir sin ti.

Porque mi paraíso no es paraíso si no estás tú