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miércoles, 5 de octubre de 2011

sometimes the strongest things are those we cannot see :)


Hace meses escribí la historia de una chica.
Tan normal y corriente cómo cualquiera. Tan rebelde, tan asustada y tan cría cómo todas las demás. La diferencia es que ella decidió armarse de valor, coger un avión e ir a buscarle. No le importó ni la distancia, ni las normas, ni el qué dirían.
Sonará cursi, pero decidió hacer lo que le dictaba el corazón.

Muchos me preguntasteis por ella. ¿Lo consiguió?¿Fue todo bien?¿La pillaron?¿ O al final fue una rajada?
La respuesta me llegó hace un par de días. No sé si me la esperaba o no. Quizás siempre la supe, cómo acerrima partidaria del amor de películas ñoñas que soy.
Sí. Lo consiguió. Y le fue genial.
Y no, no me lo estoy inventando. Tuvo su final feliz. Su final de cuento de hadas. Y hay que reconocer que se lo curró, hizo lo imposible ( hicieron, mejor dicho) porque querían estar juntos.
Incrédulos: los finales felices existen. A lo mejor no con un besito en los labios a lomos de un caballo blanco mientras suena Eres tú mi príncipe azul, pero es que el amor no se basa en crear algo perfecto. Amor es complicidad, amor es confianza, amor es amistad, respeto y el considerar que la otra persona merece demasiado la pena a pesar de sus defectos para dejarla ir.

Decía Elvira Lindo que las historias más importantes son aquellas que no se cuentan. Aquellas que tratan de personas sin nombre, que perfectamente pueden vivir al lado de tu casa, ir a tu clase, o haber jugado contigo de pequeño en el parque. Los protagonistas no esperan reconocimiento y posiblemente ni se estén dando cuenta de cómo influye lo que hacen en muchas personas. Para eso estamos nosotros, para contarlo y demostrar que la vida todavía tiene cosas que valen la pena.

Hoy, yo cuento tu historia. Algún día, quién sabe, quizás tú acabes contando la mía.

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