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lunes, 4 de abril de 2011

De ventanas


Hace frío, son más de las once de la noche. Suena el reloj. Tic.Tac.
Miro por la ventana. El río se va ensanchando poco a poco hasta convertirse en mar. Las luces de Porto brillan y se confunden con la luz de las estrellas sobre el agua.
No lo puedo evitar. Sé que es peligroso. Que una persona en su sano juicio no lo haría. Pero yo soy así, me gusta llevarle la contraria a la vida.
Salgo por la ventana y me siento en el alféizar. Se ve toda la ciudad. Gente diminuta desde el cerro, yendo y viniendo. La brisa del mar acaricia mi cara, y cierro los ojos.
Es una sensación increíble. La libertad.
El estar sola, sin sentirse sola. El pasar olímpicamente del mundo, de los problemas y de la vida real. Sumergirte en esos brillos oníricos y dejar que el viento nocturno te balancee.
Me gusta estar aquí. No tengo ni idea de portugués, ni tampoco me interesa aprenderlo. No les comprendo, ni ellos a mí, pero da igual. No necesito entender a nadie. No necesito que me entiendan a mí. Me conformo con aceptar lo que piensen de mí los demás. Algunos me ven increíble, otros lo peor. Que les den a todos.
Un barco surca el Duero. Las casas son viejas, de colores chillones y les vendría bien una capa de pintura. Pero es ahí dónde reside su belleza: en su fealdad.
En sus defectos, porque a pesar de ellos, seguimos viendo sus virtudes. Quizás no sea la ciudad más bonita del mundo, pero tiene algo.
No sabes lo que es, ni si tú eres la única que lo está viendo. Pero me gusta lo que me hace sentir.
Sé que nunca volveré a ese alféizar. Pero repito que me da igual. Tengo mi propio alféizar en mi memoria

2 comentarios:

  1. ya me encargaré yo de refrescarnos un día de estos la memoria!! volveremos!
    Siempre tendremos nuestra propia vista a través de la ventana!

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  2. Pasate por nuestro blog recibiste un premio! :)

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