Como acérrima partidaria de la objetividad y el realismo, siempre he intentado tener bien controlado el tema, psicoanalizarme y descubrir el porqué de absolutamente todo.
Pero ha llegado un momento en el que ya no queda nada que psicoanalizar. Lo veo todo el rato a mi alrededor. Los sentimientos y su increíble manera de alterar la vida de cualquier ser humano.
Hay personas que creían estar enamoradas, pero luego conocen a alguien que les trastoca el rumbo de todo lo que tenían planeado. Hay personas que después de tiempo aguantando, descubren que les faltaba ver las cosas y a quienes estaban delante mucho antes. Hay personas que siguen juntas porque no saben vivir ya sin la otra. Hay personas que necesitan obtener pedazos de cariño de cualquier corazón disponible, aunque sea solo por una sola noche. Hay personas que se quieren y no están juntas. Hay personas que tienen miedo de lo que sienten y se lo niegan para no herirse a ellos mismos. Hay personas que dudan entre tres o cuatro opciones, porque lo único que buscan, a fin de cuentas, es lo mismo que todos los demás.
No se puede tener la vida planificada, porque en cualquier momento, todo lo fiable puede estallar por los aires. Todo está cambiando, cada minuto, cada segundo, sin que de tiempo a prepararse para reaccionar.
Supongo que nunca llegaré a comprender el porqué de nada. Por que unos sí y otros no, porque a veces ganan los feos, porque a veces ganan los guapos, en muchas ocasiones los malos y en poquitas los buenos.
Ya sabéis el dicho: "Ignoramos a quien nos quiere, queremos a quien nos ignora, amamos a quien nos hiere...y herimos a quien nos ama"
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